Lo mejor de la medicina

agosto 20, 2014

Era un jueves normal y me encontraba en la unidad de hemodiálisis; lo que no sabía era que este iba a ser un día de los que los vives intensamente, de los que disfrutas cada minuto y los que te hacen dar cuenta que realmente amas tu carrera. 

Me dispuse a entrar en la sala donde los pacientes pasaban largas horas conectados a la máquina; barbijo, botas, todos los accesorios de bioseguridad puestos; desde ya sentía que algo iba a ser diferente ese día, estaba casi solo y mis compañeros no habían llegado todavía, al menos no todos, éramos tan solo 3, por alguna razón se quedaron afuera y fui el único que se atrevió a entrar. Siete eran los pacientes que se encontraban recostados iniciando su larga mañana; algo desconcertado, solitario y sin saber que hacer, solo atiné a sacar un lapicero y con mi cuaderno en mano me puse a anotar ciertos datos de interés personal y académico.

Al termino de esto la Dra. ya había terminado de hacer su control de rutina, le pregunté que más podía hacer, si podía ser un poco más útil mientras me encontraba ahí; me dijo que hiciera la historia clínica de una paciente que me asignó; y estaba ahí, doña Jasmin, una señora de casi 60 años, bastante amigable, el tipo de paciente con los que me encanta tratar, y empezó la magia, fueron cerca a 15 minutos de una charla intensa y bastante interesante, lo peculiar fue que esta no fue la típica pregunta-respuesta de médico a paciente que normalmente suelo escuchar y que también he realizado en la mayoría de casos; fue como si nos conociéramos de años, como si se tratara de un reencuentro de viejos amigos, y a pesar de la diferencia de edad que tenemos de casi 40 años, el trato fue de amigo a amigo, siempre teniendo en cuenta que es una persona mayor y que debo tener respeto hacia ella. Aprovechando la conversación le fui 'sacando' datos que iban a ser útiles para la HC, ella también me contaba datos personales y así intercambiábamos experiencias. Agradeciendo siempre a Dios, bastante creyente la señora, algo que me parece genial;  hacía hincapié en la suerte que tenía de tener un donante de riñón, su esposo, decía que eran almas gemelas, que su sangre era bastante compatible con la de ella y de igual grupo, razón por la que me dijo que nunca tuvo la posibilidad de tener hijos, en este momento dijo una frase que siempre la tendré presente: "Dios sabe lo que hace", fue un momento bastante feeling, algo emocionada Jasmin decía que el por el hecho de no haber podido tener hijos estaba siendo recompensada con el riñón de su esposo. Su cirugía ya estaba programada, andaba algo preocupada, pero a la vez confiada, yo dándole aliento, y verla sacando una sonrisa supe que eso le fue de bastante ayuda.

El momento fue tan ameno que al finalizar la conversación, mis compañeros ya se encontraban ahí también, cosa de la que no me había dado cuenta. Le dí las gracias por su colaboración y sobretodo por la conversación que me había encantado, lanzando una carcajada también me agradeció y ese fue el sello de la charla; ambos con sonrisas en la cara continuamos con nuestras actividades. A partir de ese momento supe que me sentía más cómodo haciendo este tipo de cosas y hago sentir al paciente igualmente, con la comodidad que hace fluir una conversación bastante buena e interesante, los años me han enseñado que haciendo este tipo de cosas hace que tengas más comunicación con el paciente, y como en este caso que te cuente cosas personales que estoy seguro no contaría a cualquier persona.

Fue uno de esos días que a pesar de los años siempre quedan grabados en mi memoria y que en el momento menos esperado recuerdo y sonrío. El día continuó mejor, fue como una luz que hizo que mi día fuese mejor, una luz que te dice que estás en el camino correcto.

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